sábado, 2 de febrero de 2008

ARTE, CULTURA Y CRISTIANISMO

Hace muchos años, junto a compañeros de estudio en un Profesorado organizamos una Muestra de Arte Contemporáneo en la Ciudad de Bernal: cine, teatro, pintura, escultura, etc.
La noche previa éramos más de 15 personas recibiendo en custodia y guardando las obras que debían exponerse luego. Todo fué según lo planeado, salvo con una bella escultura en arcilla de 20 x 30 cm.: se cayó accidentalmente cuando una colaboradora intentaba acomodarla y protegerla en una estantería.
Vinieron desesperadamente a buscarme con los tres pedazos en la mano. Creo que nunca me tocó ser responsable de algo tan doloroso... decidí que debíamos afrontar cuanto antes la terrible realidad de llevarle la obra a su autora.
Llegamos a su casa y bajamos la escultura en una bolsa de plastico... apenas nos vió comprendió todo. No hicieron falta palabras ni tampoco las teníamos. Lo poco que balbucié pidiendo perdón no alcanzaba, así que dejé de intentar hablar. Si ella hubiera querido agredirme o demandarme lo hubiera aceptado sin más. Pero en ella no había odio; sólo amor y dolor por su obra.
Los sentimientos bullían por dentro: el dolor que nosotros sentíamos no era nada comparado con el que ella sentía. Al ver su rostro, quebrado como su obra, nuestro dolor aprendió una profundidad inexplicable.

De regreso a la muestra, manejando por la calles de Bernal con los ojos en lágrimas, algo cambió dentro mío. La imagen borrosa y húmeda que mi vista registraba era testigo mudo de una nueva manera de ver. Aprendí más sobre arte en ese episodio que en todas las galerías que visité.
La relación del creador con su obra, el vínculo misterioso que se cocina y entreteje en ambos... la impronta personal y amorosa que el autor dona y transfiere en forma indeclinable a su hechura, .. hasta darle vida propia.

Comprendí algunos pasajes -hasta ese momento oscuros- de Isaías hacerca de la ira de Dios. El dolor y la bronca santa que él siente al ver su creación en pedazos, su tierra y su hombre quebrados. Entendí palabras claves conque la Biblia tipifica lo que Dios desea realizar con la naturaleza, el cosmos y el ser humano: restaurar, juntar, restablecer, restituir, reunir nuevamente, etc.

Durante siglos muchos cristianos tuvimos la imagen de un Dios frío, distante de nuestra condición pecaminosa, ascéptico, capaz de abandonar a su Hijo en la cruz porque cargaba con todos nuestros pecados. El Dios del garrote implacable, tan afín a una moral capitalista necesitada de disciplinar a su público. Y creímos que eso era la ira de Dios. Esa patraña teológica derivó en una religión igualmente fría; una iglesia en reclusión y en "huída" del mundo y sus cosas, porque justamente este mundo es "mundano", imperfecto, cargado de pecado. Solo se puede salvar "el alma" de la gente.Las cosas "del mundo": el arte, la ciencia, la cultura; las ideas y expresiones del hombre sufren muchas veces la hoguera de nuestro santo oficio.
Necesitamos ahora una experiencia con el Creador. El está presente y su dolor es proactivo; su ira santa no es con el hombre sino con el pecado del hombre. El ama realmente, al hombre y su obra. Su hombre porta su Imagen a pesar de todo.
La ira no es destructiva ni castradora, es positiva y motoriza su amor. El desea restaurar todo lo que decayó; para eso nos tiene a nosotros.
A menos que entendamos esto, la iglesia no retomará las banderas caídas de Libertad, Justicia social, Ecología, Arte bello, Vida armónica, y serena certidumbre de Gloria; que alguna vez supo llevar a la cultura de su tiempo.
                               Vitral en la Universidad de Yale, EEUU.
Debemos salir de la religión del no, que solo usa las expresiones del arte y la cultura como medios, como instrumentos de proselitismo y captación de voluntades; y no como campo de trabajo y militancia cristiana, como otro aspecto de la creación que debe ser redimida .
Deberíamos tomar la mentalidad de Reino donde todo está por hacer, donde todo debe ser restaurado a su real condición. Recuperar una estética y un lenguaje creativo que den cuenta de éste Dios y de ésta su creación. Un arte de impronta teologal: exaltar el brillo, la gloria que hay detrás de las cosas, y que el ser humano perdió la capacidad de ver.
El plan -sumamente costoso- con que Dios salva al hombre; no es producto de su horror al pecado, sino AMOR POR SU OBRA.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola fandelrey, no encuentro tu correo electrónico.
el mío es tarirora@yahoo.es
Si me escribes podemos charlar sobre lo que cuentas

Mar