domingo, 2 de marzo de 2008

EL EVANGELIO NEGADO

Supo que llegaba a destino. Aunque era extraño el paisaje enmarcado en la ventanilla, sus pensamientos no descifraban aquellos códigos visuales, estaba enfrascada en problemas mucho mayores.
Fue la memoria mecánica de la costumbre lo que la obligó a levantarse, pedir permiso y tocar el timbre. Esta vez fueron dos paradas pero recordaba ocasiones en las que su mirada fija y ausente habíale forzado a desandar buen trecho por barrios desconocidos y a medio desperezar, hasta la fábrica.
Pero la carga era doble. Sus ideas continuaban tensionadas y no iban a ceder. Lo sabía. La esperaba otro timbre, un reloj marcatargetas, saludos de rutina y la corporizaciòn de todos los pensamientos de aquella mañana. Por eso caminó torpemente la última cuadra hasta el mismo portón sucio de todos sus días laborales.

Las primeras horas pasaron casi como siempre. Y eso las hizo insoportables. Sabía que debería enfrentarlo, cruzarlo en algún momento. Decidió que tomaría la iniciativa: a media mañana, en el momento del café. Iría por su pocillo justo cuando el Sr. Martínez fuera por el suyo.
No sería difícil saber cuando encontrarlo pués delataba su presencia frente a la cafetera de un modo inconfundible: según ella ningún ser creado silvaría tangos con peor fortuna que él.
Poco le importaba a él: amaba el tango y era un buen bailarín. Tanto milonguear le había tonificado el cuerpo y caminaba con soltura a pesar de sus kilos de más.
Se lo diría. Las frases compuestas en el colectivo eran demasiado elaboradas y se notaría el trabajo previo; así que pensó otras, ensayó en voz baja asumiendo sin saberlo posturas tan graciosas, que un observador casual hubiera señalado como formas demasiado epilépticas de ser secretaria.

Era el momento. Del cuartito trasero escapaban olores a café y silvidos propios del eco sacrílego de cien catacumbas .El dos por cuatro era para ella un registro sin valor(1). Se puso de pie, inspiró el aire necesario y caminó en la dirección del tango que hoy tocaba en desgracia escuchar.
_ Café de mierda! Pptssh!!.. quién lo hizo tan negro?! Puta madre. Ah, Nancy. Perdoname el vocabulario. Buen día ¿no?
_ Señor Martínez.. yo quería decirle si ..
_ No, ya sé que vos no fuiste. Pero parece petróleo! Con el pucho y esto voy derecho al horno ja, ja ! ¿Te sentís mal Nancy? Se te pálida ¿terminaste el balance?
_ Sí Señor. Yo quería invitarlo a..
_ ¡Che, García! Seguro fuiste vos. Como se vé que no pagás el café ¿eh? ...Nancy vos no tomés mucho. ¿Querés un geniol?
_ No. Me siento bien, yo
_ Después me traés el balance, eh?
No hubo oportunidad de réplica. Se alejaba hacia su oficina silbando y maldiciendo el café que derramaba: unas gotas salpicaron el crucifijo que colgaba de su cuello en una hermosa cadena de oro. Rara vez prefería una corbata a ese cristo labrado que le regalara su madre en la primera comunión.

Llenó el pocillo y volvió a su lugar. Además de pálida se sentía rara: su felicidad tan evidente de los domingos se tornaba extraña de lunes a viernes. No solo era distinta la gente sino que parecíale necesitar de otro lenguaje, otros códigos para relacionarse. Se sentó. Ahí estaba la targeta de invitación que había olvidado: POR LA PRESENTE INVITAMOS A UD. Y FAMILIA A ... comprendió que no tenía sentido leerla por decimoquinta vez.
¿Qué había fallado? Rememoró los "5 puntos elementales" que su pastor recomendara para el éxito en la invitación.
-orar
-esperar el momento adecuado
-invitar con anticipación
-recordarle la invitación
-acompañarlo
Las mejores técnicas de márketing sobre como hacer morder el anzuelo estaban reunidas allí. Además no podía no hacer lo que el pastor hacía tan simple. Hacer evangelismo se reducía a lograr que alguien, del mundo, vaya a, para convencerlo de.
Había hecho una oración especial por lluvia (Martínez jugaba al golf los domingos), por lo que -concluyó- el error estaba en el segundo punto.
Su café ya estaba frío.

_ Hola Nancy! Cómo andubo tu finde? Movidito ?
Era Sabrina, su compañera de oficina y -según ella- su cruz. Muchas conversaciones entre ambas consistían en una primer pregunta dobleintencionada o sincera sobre sexo, salidas, etc. a lo que Nancy contestaba alternando entre cuatro frases: claro que sí, porque no, no puedo, porque Dios lo dice.
Nunca le enseñaron motivos positivos por los cuales ser lo que quería ser; así que su religiosidad consistía más en alejarse de realidades impuras que en instaurar otras mejores. La única vez que lo contó a su lider, aprendió tres o cuatro salmos, que debía soportar la burla y el desprecio y a pensar en la recompensa del Señor.
Decidió que dejaría una invitación en la mesada del baño -como olvidada por descuido- y luego oraría para que Sabrina sintiera ganas de... en fin, que fuera allí y la leyera. No quería invitarla personalmente para no tener que soportar otra andanada inquisitoria sobre lo hecho el fin de semana.

Sonó el intercomunicador, era Martínez:
_ Nancy. Traeme el balance por favor.
_Sí, enseguida.
Era la oportunidad del cielo. Y esta vez no olvidaría la invitación .. ni el balance .. ni los nervios.
_ Permiso, Sr. ..
_ Sí, pasá... ¿ya está listo?
En ese momento comprendió todo. Martínez apenas la había mirado pero su intuición femenina captó el mensaje de esos ojos evasivos. Entendió que él lo sospechaba todo. Era evidente. Actuaba tan extrañamente como ella. En realidad no era la primera vez que el aire se enrarecía. Recordó cuando la había encontrado leyendo la Biblia en el descanso del almuerzo. Nunca supo que sintió verguenza y que él lo había notado. Ella debería ...
_... ...no me escuchás? Nancy te estoy hablando .. ah, pensabas en algo?
_ Ah, sí, el balance. Acá está.
_ Bien. Querías decirme algo Nancy?
_ Sí. Yo, bueno quería invitarlo a mi iglesia para el domingo que viene. Es una ocación especial, sabe? Vienen dos bailarines del teatro Colón y yo pensé que a ud. le gustaría verlos actuar...

Temblaba y sentía calor. Estaba haciendo un esfuerzo realmente enorme. Pensó de pronto que nunca le había interesado promover la cultura. Que sólo lo hacía porque el pastor... los cinco puntos...

Notas:
(1)Las buenas nuevas no alcanzan a las cosas, a los elementos de la cultura: no hay que redimir al tango sinó simplemente ignorarlo. Es simple. Porque lo opuesto demandaría un cambio de paradigma teológico que pocos están dispuestos a asumir: que Cristo viene a reunir y redimir todas las cosas, incluída las expresiones culturales, demandaría ante todo, amar al punto de conocer e involucrarse. Rescatar y valorizar la prosa tanguera con mensaje profético, con principios cristianos -que los hay y muchos- aprovechar su lenguaje lunfardo crudo y directo, enriquecerlo con una estética y una impronta que incluya la esperanza, la conversión progresiva y transformación de las situaciones narradas, para no quedar sólo con el fatalismo y la angustia discepolana. Rescatar el apego del tango por los códigos de identidad, por lo familiar, por los valores; con ese baile atrevido que no se negocia. Rescatar su valentía descarnada en la denuncia de situaciones de injusticia social, y esa nostalgia que clama por recuperar lo perdido. ¡qué grande puede ser el tango redimido!
Será conveniente aclarar que se habla de tango porque el personaje del relato es tanguero. En lo personal, mi preferencia musical es otra. Pero no puedo ignorar que el llamado del Reino es católico en el mejor sentido de la palabra: lo alcanza y abraza todo.

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